lunes, 18 de julio de 2011

Rumbo a Navaleno

heraldo.es (P. Giménez)

El día de hoy ayuda notablemente a comprender lo atípico y peligroso de esta pretemporada del Real Zaragoza, la más corta de todas cuantas ha llevado a cabo en el discurrir de su historia. El equipo aragonés, con su plantilla peligrosamente incompleta y todavía muy en precario (restan por consumarse varias salidas de peso y faltan por llegar bastantes refuerzos de enjundia), comienza su trabajo en tierras sorianas en su primera concentración fuera de la ciudad, hecho que, cada verano, significa la puesta en marcha real del proceso preparatorio del plantel de cara a la campaña venidera.
Por las peculiaridades de este periodo estival de 2011 (comunes para todos los equipos en lo referente al calendario, que adelanta el nacimiento de la Liga una semana sobre lo habitual) y también por voluntad de Javier Aguirre (que ha preferido estar siete días en Zaragoza antes de viajar a Navaleno y San Leonardo de Yagüe), resulta que el cuadro zaragocista va a arrancar su puesta a punto en firme a tan solo 32 días del inicio oficial de la competición liguera. Realmente, da cierto vértigo observar tal circunstancia. El fútbol de verdad está más cerca que nunca.
Entre tanto, la obligada revolución en el vestuario evoluciona con la lentitud que presumía la ley concursal. Las once bajas ya consumadas (medio plantel del año pasado) solo han sido compensadas hasta hoy con cuatro fichajes. Aguirre solo cuenta con las caras nuevas de Oriol, Abraham, Mateos y Juan Carlos. Además, se sabe a ciencia cierta que varios de los expedicionarios a Soria también van a abandonar el club en poco tiempo. Por diferentes motivos, Obradovic, Uche, Braulio, Leo Franco y, quizás, Lafita, Contini y Paredes, tienen boletos para ser traspasados o cedidos a otros clubes.
Si todo saliera como sueña Agapito, las bajas respecto del grupo que acabó la pasada Liga podrían alcanzar la cifra récord de 18 futbolistas antes de final de agosto. Así que es una evidencia que el listado de fichajes está bajo mínimos en relación a lo que el Real Zaragoza de la «nueva era» requiere imperiosamente y con celeridad. «Necesitamos jugadores en medio campo, hacen falta volantes y, de mitad hacia arriba, debemos ser escrupulosos. Hay tiempo, aunque es verdad que, cuanto antes vengan los refuerzos, mejor trabajaremos», advirtió Aguirre el lunes pasado a su regreso a Zaragoza. El mexicano dice estar «tranquilo y confiado» en el trabajo de Agapito, pero avisó de que antes del día 29, cuando se viaje a Gran Bretaña, le gustaría tener cuajada la base principal de su nueva escuadra: «Inglaterra es mi fecha. Sería bonito ir a Londres con algo lo más parecido posible a lo que deseamos», advirtió. Diez días restan, pues, para que Agapito le satisfaga.
Este verano nada tiene que ver con esos precedentes en los que el equipo se iba a Soria -o antes, a Boltaña, Benasque o Biescas- alrededor del 11 o el 12 de julio y la Liga se veía lejos en el horizonte, allá por el 28, 29 o 30 de agosto. Entre esta primera parte de la pretemporada, donde se inyectan los cimientos de la preparación física de los futbolistas, y el primer partido de competición oficial solía haber entre 50 y 60 días de margen. Tras diez fechas de dura faena en sede montañosa, daba tiempo de irse a Holanda (o similar) a completar otra estadía de una docena de días donde se jugaban varios amistosos de progresión mientras se iban incorporando nuevos fichajes. E, incluso, al regreso a España, cabía disputar algún torneo de prestigio o varios bolos más hasta el pistoletazo de salida del torneo liguero.
Pretemporada al galope
Este año esto es imposible. Todo va a suceder al galope, sin respiro para los técnicos, los jugadores y, sobre todo, los dirigentes encargados de rehacer la plantilla bajo las duras coordenadas del concurso voluntario de acreedores. La Liga alumbrará esta vez el 20 de agosto. Y hoy es ya 18 de julio. Nada más que decir. Aguirre y sus colaboradores inician hoy una contrarreloj para intentar hacer el rodaje mínimo necesario de modo que el equipo llegue en condiciones de afrontar el debut ante el Levante con garantías de éxito. Pero, sin los nuevos fichajes -muchos y de hondo calado en la nueva plantilla-, les va a resultar milagroso sacar provecho a su esfuerzo. Ahora mismo trabajan demasiado en vacío.
De estos 32 días, once van a transcurrir en Soria y, a continuación, nueve (del día 29 al 6 de agosto) en Inglaterra, donde se jugarán tres amistosos. Al regreso, apenas el Memorial Lapetra, el 15 de agosto frente al Espanyol, sustenta los doce días que restarán para que el balón ruede de nuevo con puntos en juego. Sencillamente, no hay espacio para más. El verano va a pasar como una exhalación y la gestión ha de acelerarse por fuerza.

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